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sábado, 30 de junio de 2012

Lo que más había dentro de su maleta eran recuerdos. Había fotografías que guardaban sonrisas dentro, que hacían revivir momentos, que olían a verano, a libertad, a inmortalidad. Había también canciones, montones y montones de canciones. Algunas arrancaban sonrisas en su cara, hacían que brillaran sus ojos. Otras en cambio eran  capaces de guardar toda su tristeza, todas sus ganas de llorar y todas sus ganas de nada, esas que cuando las escuchaba le devolvían todo eso a la memoria. Además de todo eso, en el fondo de su maleta, estaban todas esas cartas. Esas que había tratado olvidar millones de veces. Esas que eran como droga para ella, porque sabía que la hacían daño, mucho daño, y aún así no podía dejar de releerlas cada noche antes de ir a dormir. Después de leerlas solía irse a la cama, a esa cama que tantas veces había compartido con él, esa que aún conservaba su olor, y allí imaginaba que él volvía. Imaginaba que tenían un futuro juntos igual de bueno que el pasado que ya habían compartido, imaginaba que se daba la vuelta en la cama cada mañana y lo primero que veía era su perfecta sonrisa. Imaginaba que volvía a escuchar la frase "Buenos días princesa". Imaginaba que volvían a pasarse la noche abrazados en el sofá, viendo películas que a ella siempre la hacían llorar. Imaginaba todas las cosas que ya había vivido a su lado, y también las que había llegado a pensar que viviría con él si les hubiera sobrado el tiempo, y no el orgullo.
Pero un día todo eso cambió. La princesa de cuento de hadas sin final feliz se cansó de esperar sentada al borde de aquella cama a un príncipe que hacía tiempo se había largado, y que no iba a volver. Se hartó de vivir en los recuerdos, de pedir deseos de cosas imposibles, de imaginar que se repetían cosas que solo ocurren una vez. Ese día ella cogió su maleta y la llenó toda de recuerdos, de todas esas cosas que quería dejar atrás, pero no podía. Después salió por la puerta, sola, buscando un nuevo comienzo, dejando atrás esa maldita cama, dejando atrás su olor, dejando atrás ese sofá, pero llevando todos sus recuerdos por delante.

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